miércoles, 27 de febrero de 2008

No hay Transgénicos en Barranca # 4

¿Transgénicos en Suelo Peruano?

La Revista Agraria Vol. 92, 12-13 (febrero de 2008)

Publicada como suplemento del Diario La República el 27 de febrero de 2008

http://www.cepes.org.pe/revista/agraria.htm

El Jefe del INIA, Dr. Juan Risi, reconoce que “el resumen que nos ha dejado [la Dra. Antonietta Gutiérrez] no nos da luces para concluir si efectivamente hay o no transgénicos en Barranca”.

A través de un estudio científico realizado durante los dos últimos años, la bióloga y especialista en genética, Antonieta Gutiérrez Rosati, comprueba lo que ya es un secreto a voces: desde hace varios años, el Perú importa granos de maíz genéticamente modificados.

Pero lo principal es que, según su investigación, en el país se siembra maíz amarillo duro (MAD) transgénico. Gutiérrez —con estudios posdoctorales en ingeniería genética en la Universidad Eberhard-Karls de Tübingen (Alemania), y directora del Centro de Investigación en Recursos Genéticos, Biotecnología y Bioseguridad (CIRGEBB) de la Universidad Nacional Agraria La Molina— encontró que varias muestras de MAD recogidas en el valle de Barranca, en donde llevó a cabo su investigación, dieron positivo para dos tipos de modificaciones genéticas: NK603 (producido por la empresa estadounidense Monsanto y que permite que los cultivos sean más resistentes a los herbicidas) y BT11 (producido por la empresa suiza Syngenta, que hace que los cultivos sean más resistentes al ataque de insectos).

De confirmarse este descubrimiento, la investigación habría puesto al descubierto un hecho de suma gravedad, porque la presencia de organismos vivos modificados (OVM) conlleva el riesgo (todavía objeto de debate) de contaminación genética y reducción de la biodiversidad —proceso que se da cuando un gen extraño pasa a formar parte del genoma de una planta nativa por medio de la polinización.

Y si la producción, comercialización o consumo de material transgénico se da al margen de la ley, como sería el caso, el riesgo es mayor. En el caso específico del MAD transgénico descubierto por Gutiérrez en Barranca, lo que estaría en juego es nada menos que uno de los dos mayores bancos de diversidad genética del mundo: Perú (que, junto a México, es el país con mayor riqueza en variedad de maíz del mundo).

De acuerdo con Flavio Moreno —presidente de la Asociación de Productores de Maíz y Sorgo—, en nuestro país existen especies de maíz muy exquisitas, muy requeridas y muy buscadas, especialmente los maíces de la sierra. De hecho, el Perú está buscando do exportar variedades de maíz nativo a mercados que no permiten el ingreso de transgénicos, como la Unión Europea (UE). ¿Qué pasaría si los controles de calidad de estos países detectan que hay presencia de transgenes en nuestros maíces de exportación? «Como gremio, nosotros nos hemos manifestado contra los cultivos transgénicos y estamos alarmados por los resultados del trabajo de Gutiérrez —señala Moreno—. Soy especialista en genética aplicada y conozco los graves problemas que puede traer la introducción de moléculas de ADN ajenas a la especie, como la degeneración de las variedades nativas».

Más allá de si los transgénicos pueden causar o no un efecto nocivo a la biodiversidad nativa o a la salud, lo que está claro es que su presencia en el país es ilegal, lo que incrementa los riesgos. «Existe un protocolo de bioseguridad internacional (el protocolo de Cartagena), aprobado el año 2000, y que pone reglas administrativas al movimiento transfronterizo de todo organismo vivo modificado, incluidos los commodities como el maíz», señala la doctora Gutiérrez.

Adicionalmente, está la Ley 27104, Ley de Bioseguridad —aprobada en 1999—, que regula todo lo concerniente a los OVM y que señala que cualquier uso de estos debe estar sujeto a un «acuerdo fundamentado previo», es decir, la autoridad competente debe tener conocimiento y emitir una resolución que indique si aprueba o desaprueba el uso de un determinado OVM. En pocas palabras: se trata de hacer un análisis de riesgo que permita saber si un determinado material transgénico puede ser beneficioso o negativo para el Perú.

Lamentablemente, a seis años de aprobada la ley, su reglamento aún brilla por su ausencia y, por lo tanto, la misma es inaplicable. De acuerdo con Juan José Risi —jefe del Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA)—, el reglamento de la Ley de Bioseguridad está en proceso de aprobación, pero debido a que «la ley no le da al INIA capacidad sancionadora, para que el reglamento entre en vigencia,primero hay que modificar la ley». Y esa es sin duda una de las tareas más urgentes de la hora en el tema de cultivos transgénicos: terminar de definir el marco legal que lo regule.

Pero su falta de conclusión no debe ser impedimento para que las autoridades tomen nota de la investigación de Gutiérrez; hasta el momento, sin embargo, las reacciones han sido principalmente de rechazo. Por ejemplo, Ernesto Bustamante, presidente del Colegio de Biólogos del Perú, ha descalificado su informe sindicándolo —en una columna de opinión publicada en el diario El Comercio a fines de enero— de formular conclusiones falsas e incoherentes que se explicarían por los «errores groseros de orden procedimental y de control de calidad ». Por su parte, Risi sostiene que el INIA «no pone en tela de juicio los hallazgos de la doctora Gutiérrez, pero el resumen que nos ha dejado no nos da luces para concluir si efectivamente hay o no transgénicos en Barranca». Gutiérrez, por su lado, asegura que viene trabajando en un informe más amplio, en el que demostrará los protocolos y procedimientos utilizados en su trabajo.

Lo cierto es que este es un tema que todavía está muy lejos de obtener la atención que merece de parte de nuestras autoridades y la opinión pública. Los cultivos transgénicos son difíciles de detectar en el campo —después de todo, físicamente no se diferencian en nada de los otros—, y ubicarlos requiere de estudios laboriosos como el de Gutiérrez. Sin embargo, su impacto en los cultivos nativos puede ser fenomenalmente alto, y ese es un precio que un país como el nuestro, cuyo principal capital futuro es la biodiversidad, no debería estar dispuesto a pagar.

Adicionalmente, numerosos alimentos que contienen material transgénico entran hace años al país, sin ningún tipo de control o filtro, y sin que el consumidor se entere. Por eso, el gobierno del presidente García debería mostrar la misma celeridad que pone en otros temas, a fin de consolidar el marco legal ideal que se requiere para afrontar los retos que impone este tema, antes de que sea demasiado tarde.

viernes, 8 de febrero de 2008

Biotecnología: La tecnología del siglo XXI

“La biotecnología es la tecnología del siglo XXI”

Entrevista a: Ernesto Bustamante Donayre, decano del Colegio de Biólogos del Perú

Revista COSAS No 386, Pág. 40, 8 de febrero de 2008

Reportera: Joana Cervilla


El decano del Colegio de Biólogos del Perú y director del laboratorio Biogenómica expone las virtudes que traería la aprobación de la “ley general de desarrollo de la biotecnología moderna en el Perú”.

–De aprobarse la ley, ¿entrarían masivamente los alimentos transgénicos?
–La ley no es para que entren los transgénicos, sino para que éstos puedan ser utilizados en beneficio del desarrollo económico del país. El Perú ya es importador de productos transgénicos bajo la forma de alimentos procesados. Eso ya es parte de nuestra realidad. Nosotros tenemos dieciocho productos de agroexportación. Si hablamos de macroeconomía, el Perú exporta 100 millones de dólares en productos orgánicos; su techo quizás sea 300 millones, porque falta guano de isla y excremento de vaca. En cambio, si a nuestros productos de bandera les introducimos elementos transgénicos beneficiosos, los 2 mil millones de dólares al año en exportaciones que ya tenemos se pueden convertir en 8 mil millones en cuatro años. La introducción de la llamada biotecnología moderna va a permitir que esta exportación se potencie, y no estamos hablando sólo de protección contra plagas o resistencia a sequías, sino de conferirle propiedades inusuales como que se pueda tener algodón inarrugable o teñido.

–¿Por qué la resistencia a que se apruebe esta ley?
–Los que se oponen a la ley están basándose en conjeturas propias de los años noventa. El primer producto transgénico que se introdujo al mercado fue un tomate que duraba más tiempo. Se llamaba “flavor savour tomato”. Eso fue hace catorce años y hasta ahora no se ha podido demostrar daño alguno contra la salud humana por culpa de lo transgénico. Ahora, esa tecnología se usa en veintiséis países del mundo. El Perú perdería la gran oportunidad de su historia al no subirse al tren del desarrollo, porque la biotecnología es la tecnología del siglo XXI.

–¿Y qué virtudes traería esta ley en términos científicos?
–No hay razón para que, en el Perú, los biólogos moleculares no tengamos la opción de contribuir al desarrollo económico del país utilizando biotecnología moderna. Por eso es importante que se apruebe esa ley, para que existan los mecanismos que promuevan la biotecnología moderna.

–Muchos países de la Comunidad Europea han prohibido estos productos.
–Aquí, como en Europa, se teme a todo lo nuevo. Cuando se introdujo el llamado tren de gran velocidad en Francia, la gente decía que te iba a hacer daño en el cerebro.

–¿Mucha de la crítica está orientada a que la transnacional Monsanto ingrese al Perú?
–Monsanto es el líder de las compañías que fabrican productos transgénicos diseñados para países templados. Si yo traigo una semilla que crece en Argentina, en el Perú no va a crecer bien. Uno tiene que hacer ingeniería en cada semilla adaptándola a cada latitud donde la va a sembrar. Eso lo tenemos que hacer los peruanos y podemos hacerlo. Si Monsanto quisiera ingresar y sembrar, ¿por qué no? El Perú está en un mercado libre y se permite la inversión.

–Se está pidiendo, además, que se etiqueten estos productos con la advertencia de que son productos “genéticamente modificados”.
–Bueno, hay una ONG que tiene el nombre de Asociación de Consumidores. Etiquetar un producto significa advertir al consumidor, pero yo preferiría que me adviertan si un producto está contaminado con bacterias que me van a causar daño. Uno no puede sencillamente decir en una etiqueta que un producto tiene transgénicos; tienes que decir cuánto, y para cuantificar y hacer el monitoreo se requiere hacerlo lote por lote, lo que sería un incremento de precio al producto de casi el doble. Si lo transgénico hiciera daño, ya se habría retirado del mercado.

–¿Usted cree que la oferta orgánica se va a ver afectada?
–Ése es un gran mito. Estados Unidos es, al mismo tiempo, el primer productor de productos orgánicos y de transgénicos en el mundo, y coexisten. No es verdad que un producto transgénico vaya a contaminar un producto orgánico a pesar de que los cultivos estén muy cerca.

–¿Tenemos el potencial en el Perú para hacer e invertir en biotecnología?
–Hay 40 mil ingenieros y 7,200 biólogos. Hay un buen número de gente que está perfectamente capacitada para hacerlo. Hacer un transgénico es un experimento de primer año en las universidades norteamericanas. Acá en el Perú no se puede porque está prohibido.

–¿Cree que se aprobará la ley?
–Yo creo que sí. Tenemos que dar la oportunidad a los científicos peruanos para que se pueda hacer biotecnología aquí. Tenemos el capital humano y la biodiversidad.

Biotecnología basada en Recursos Genéticos

“Estoy a favor de la biotecnología basada en nuestros Recursos Genéticos”

Entrevista a: Antonio Brack Egg, ecólogo

Revista COSAS No 386, Pág. 42, 8 de febrero de 2008

Reportera: Joana Cervilla

El ex presidente del Consejo Nacional del Ambiente (Conam) y cabeza de la comisión de expertos que estudia cómo implementar el Ministerio del Medio Ambiente, expone su punto de vista respecto a la “ley general de desarrollo de la biotecnología moderna en el Perú”.

–¿Está de acuerdo con la aprobación de la ley?
–Estoy de acuerdo con que se necesita una ley de biotecnología en el Perú; pero una ley que fomente la biotecnología sobre la base de nuestros abundantes recursos genéticos, porque somos uno de los bancos genéticos del mundo. Tenemos 10 mil años haciendo biotecnología en el Perú, pues en nuestro país se han domesticado, mejorado y seleccionado 182 especies de plantas y cinco de animales. Esto no es una broma, es una cosa muy seria. Se necesita una ley de fomento de la biotecnología moderna desde nuestros recursos genéticos y que no abra, simplemente, al país a la importación de semillas transgénicas para que algunos hagan negocios sin importarles nuestra propia diversidad genética.

–Cuál es su opinión frente a los productos transgénicos, ¿son realmente dañinos para la salud y el medio ambiente o es un argumento sin sustento?
–Si los transgénicos son realmente dañinos para la salud se lo dejo a los entendidos. También debemos ver de qué “organismos genéticamente modificados” estamos hablando, porque hay de muchos tipos y diferentes características. No se puede agrupar todo en un solo saco. Por ejemplo, si en el Perú tenemos seis algodones de colores, aparte del blanco, ¿por qué no podemos tener algodones tangüis o pima de colores transfiriendo genes? Esto no le hace daño a nadie. ¿Vamos a esperar a que otros lo hagan y luego lamentarnos de que se han robado nuestro material genético? Los extremismos me preocupan, porque suena “no a los transgénicos”, por una parte, y “sí a los transgénicos” por otra. Pero creo que el asunto merece un análisis más sensato y con visión de país y de competitividad nacional en este campo. Importar semillas transgénicas no es el punto clave.

–¿Los alimentos que contienen ingredientes transgénicos deben llevar una etiqueta que advierta que están “genéticamente modificados”?
–Si los consumidores así lo quieren, perfecto. Ellos tienen el derecho de escoger. Yo soy consumidor y me gustaría ver en la etiqueta eso para escoger a favor de nuestras variedades nativas y conservarlas, porque su desarrollo ha costado miles de años y son más ricas. El consumidor debe decidir con su poder de compra.

–¿Hacia qué apunta la intención del gobierno en normar todo lo referente al medio ambiente?
–El gobierno se está poniendo a la altura del siglo XXI, donde el ambiente será un aspecto clave a nivel nacional e internacional. Es parte de la competitividad de nuestros productos en los mejores mercados, como Japón, la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos, que exigen cada vez más certificaciones ambientales para maderas, alimentos, y hasta para minerales. El Ministerio del Medio Ambiente será una inversión y no un costo, porque el Perú pierde por año, por mala gestión ambiental –si consideramos agua, residuos, bosques, suelos, aire, entre otros–, cerca de 8,200 millones de soles. Seguir como estamos es el camino más corto al suicidio del país, porque cada día seremos más pobres porque destruimos nuestra base productiva.

–¿Usted cree que con una introducción masiva de transgénicos al mercado nacional la oferta orgánica se va a ver afectada?
–Yo no estoy de acuerdo con la introducción ni el fomento de la introducción de los transgénicos al país, aun cuando se afirma que van a resolver la pobreza. Estas promesas ya las hemos vivido con la Revolución Verde. Yo estoy a favor de la biotecnología basada en nuestros recursos genéticos, y estoy convencido de que ése es el camino. La introducción es un negocio de empresas grandes; la biotecnología basada en lo nacional es el negocio del Perú, de sus científicos y de las comunidades que conservan conocimientos y variedades.